Aquí
tenemos una nueva entrega de los excelentes trabajos filosóficos de
nuestr@s alumn@s
y, una vez más, Laura Prósper nos propone una interesantísima
reflexión a partir de la unión de cine y filosofía. En esta
ocasión son la película En tierra de hombres
y la filosofía de Simone
de Beauvoir,
las que le sirven de punto de partida para elaborar se reflexión
sobre qué supone ser mujer hoy en día.
En
toda la obra de Simone de Beauvoir se pide a gritos un cambio, una
reivindicación, un adiós a los modelos establecidos. Nos invade de
preguntas que nos hacen reflexionar y replantearnos el mundo porque
ser mujer va más allá de la pura biología, es un modelo creado por
la sociedad y las circunstancias. ¿En qué medida el hecho de ser
mujeres ha afectado a nuestra vida? ¿Qué oportunidades exactamente
se nos han dado y cuáles se nos han negado? Son preguntas que se nos
plantean en su obra y que analizaremos a través de la visión que se
nos da en la película “En tierra de hombres” .
Esta película nos muestra la experiencia de una mujer que, tras ser
maltratada, vuelve a su pueblo natal y decide trabajar en la mina
para sacar a su familia adelante. Pero en las minas su vida no será
nada fácil y el hecho de ser mujer empeorará las cosas. Como ya nos
indica el título, nuestra protagonista se encuentra en un lugar que
pertenece a los hombres y donde las mujeres son simples intrusas. En
este escenario es donde se hace evidente la diferenciación entre
hombres y mujeres y, como subraya Simone de Beauvoir en su obra, nos
damos cuenta de que estas dos categorías no están simétricamente
diferenciadas y que los hombres representan la autoridad absoluta,
tienen el poder en sus manos mientras que las mujeres se encuentran
en posición de desigualdad e inferioridad, son relegadas al papel
del “Otro”, solo esta visión es aceptada, no hay reciprocidad
porque ellas mismas se someten a este punto de vista y no les otorgan
ese papel a los hombres, como bien queda reflejado en las compañeras
de la protagonista de la película, que permiten ser objeto de burla
sin hacer nada al respecto, ni apoyar a la protagonista cuando
intenta poner una denuncia contra ellos. En la película se puede ver
desde el primer momento en que se entra en la mina; los hombres son
mayoría y dejan claro que las mujeres no importan a través de
diferentes comentarios de carácter sexual que las rebaja a un simple
objeto.
Una
de las frases que más llama la atención en la película es la que
le dice la amiga de la protagonista el primer día de trabajo: “Aquí
abajo no somos mujeres”. Esta frase resume las ideas que tanto
defendían las feministas y que tanto criticó de Beauvoir, porque la
solución al problema de la discriminación no consiste en anular la
existencia fememnina y equipararla a la de los hombres, eliminando
rasgos que poseen, porque las diferencias entre ambos grupos existen
y lo que hay que hacer es aceptarlas y respetarlas, hay que llegar a
la fraternidad porque en la igualdad están las diferencias, como
bien se dice en la obra. La película también nos muestra esta
situación en una época en que la mujer ya se había incorporado al
mundo laboral, lo que fue un paso clave en la relación entre hombres
y mujeres. Que a las mujeres se les permita trabajar supone el
crecimiento de un sentimiento de hostilidad en los hombres, que temen
por sus puestos de trabajo, les intimida su competencia. Pero supone
la libertad económica de la mujer y su autonomía, ya que en la
película la mayoría de las mujeres dependen de su sueldo para
subsistir porque están solas pero, también por ello no se enfretan
a los hombres, para no perder su oportunidad de trabajar. Su papel
reproductor también es un incoveniente en el mundo laboral como
queda comprobado en la escena en que la protagonista se somete a un
examen médico para comprobar que no está embarazada. El papel
reproductivo y el trabajo no encajan y, por ello, de Beauvoir
defendía la necesidad de poder controlar el cuerpo porque, sólo
así, se es independiente para las otras tareas.
Por
tanto, la respuesta a la pregunta con la que empezábamos es un sí,
el ser mujer condiciona nuestra vida porque, en nuestros días,
siguen viviéndose situaciones en las que ser mujer equivale a una
debilidad o en las que ser mujer implica tener que demostrar por
partida doble el estar capacitado para un trabajo concreto. Es triste
que tantos siglos de historia aún no hayan bastado para conseguir la
igualdad absoluta entre hombres y mujeres.
Laura
Prósper Ortega. 2º Bachiller A.
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